miércoles, noviembre 26, 2008

ALZHEIMER.

Ayer fui a ver a mi padrino y también a mi tía. Era consciente de que ninguno de los dos recordaría después mi visita. Lo digo siempre y lo vuelvo a decir, para chocarte de frente con la realidad, no hay más que ir a una residencia de ancianos, ejercicio de lo más recomendable. Ir y sentarse allí, observar y a la vez disfrutar de tan grata compañía.
Benja no puede ya andar, era fumador empedernido aunque no lo recuerda, no se le entiende cuando habla pero lo intenta, y jamás pierde la sonrisa. Por momentos parece ausente y en otras ocasiones fija la mirada y parece comprender lo que le dices. Para llegar a su habitación tienes que adentrarte en la residencia y pasar por algunas salas. En una de ellas, por las tardes, hay ancianos jugando al bingo mientras una enfermera "canta" los números. En otra, personas sentadas en sillas de ruedas que ya no saben nada de este mundo y viven en el suyo propio. Me llamó la atención una anciana que llamaba constantemente a su madre, llevaba un babero y parecía haber regresado a su más tierna infancia. Otro interno animaba a los más débiles, estaba hecho un chaval e iba y venía charlando con todos y haciéndoles reir...A Benja se le dibujó la sonrisa cuando me vió llegar, creo que sabe que me conoce de algo. Luego me cogió la mano y ya no la soltó hasta que me fui.
Mi tía está en otra residencia, es un edificio más antiguo y me pareció más triste todavía. Le faltaba luz y color, le faltaba algo de alegría. Una mujer nos condujo a una sala enorme llena de sillones individuales. En cada sillón un anciano, todos en silencio, mirando al infinito muchos de ellos. La mayoría eran mujeres. Mi tía estaba sentada en un rincón, no nos miraba a los ojos, hace tiempo que no pronuncia palabra y continuamente se arreglaba las mangas de su blusa. Siempre la recordaba comiendo muy poco y sin embargo ahora come de manera compulsiva, no sabe si ha comido una vez o dos o tres. No sonreía ni reaccionaba a estímulos, no parecía ni siquiera que nos viera ni tampoco le importaba demasiado nuestra presencia. La mujer que estaba sentada a su lado tenía una enorme necesidad de hablar y de contarnos su vida. Porque eso sí es verdad, en medio de los pesados silencios se adivina la necesidad de comunicarse y se intuye la soledad.
Esto es el alzheimer, la memoria borrada, los recuerdos desaparecidos, las costumbres olvidadas, la ausencia de uno mismo...
La foto que pongo es del día de mi primera comunión. El que está junto a mi es mi padrino que hoy no me recuerda, pero que yo no olvido.

5 comentarios:

Mayte dijo...

Es duro, y por desgracia más habitual de lo que nos gustaría, todo tenemos alguien cercano a quien le han borrado los recuerdos.
Quizá sea egoista, pero son estas situaciones las que me hacen "obligan" a vivir,...
Quiero sentir hoy mi alma llena, y si llega el momento.....

Marisol dijo...

Ufff, el alzheimer es algo en lo que pienso a menudo y la verdad es que me hace estremecer...menudo final el olvidar tu vida, tus recuerdos, tus sentimientos...no es justo!!! Me enfada!! No es justo después de una vida dura no tener derecho a disfrutar de tu vejéz.

Anónimo dijo...

Holaaaaaa!!!, pues es terrible, es verdad, y causa mucha impotencia. Pero hay está y por desgracia es demasiado común y cada vez en personas más jóvenes...esperemos que pronto alguien encuentre la solución a esta enfermedad.
Os veo muyyyy animadas con vuestros blogs, y yo encantada de seguiros. Un besote y gracias por la visita.

Anónimo dijo...

Hola Lorena.
Que post más durillo. Es mu triste.
En fin, una lástima esta gente que no recuerda nada, absolutamente nada. al final ni quines son.
Los ves como se van apagando y la impotencia de no poder zarandearlos para que recuerden. (Yo siempre he pensado que la cabeza es como una coctelera, si la mueves fuerte te viene la memoria)
Y encima sin cura, sólo pueden relentizarla.
Me acuerdo mucho de ti, un beso.
y para otro viernes, algo más alegre, mujer.
De todas formas, tas mu guapa de comunión. De azul, ya se te ve cara de pícara.
JE je

Lorena dijo...

¡Hola Leo!, gracias por tú visita. El traje de comunión ya me lo había quitado, ese era el segundo traje que entonces te hacian. Siento que te haya puesto triste, pero bueno, es la realidad. Yo también tengo ganas de verte, a ver si puede ser mañana en la excursión ¿vienes?. Besitos guapa!.